Un deseo grande de la Madre María Plácida Cofundadora de la Congregación, era tener una casa de retiro y descanso en Cuernavaca Morelos, donde las hermanas pudieran alimentar su espíritu, este sueño en vida no pudo verlo realizado, pero las hermanas al hacer suyo ese ideal se dieron la tarea de buscar una casa hasta lograr el objetivo.


El arte y dedicación de las hermanas para el mantenimiento de la casa y los jardines, fue dirigido por la hermana Lucina Escamilla, esto hacía que la estancia fuera siempre un verdadero deleite para las hermanas y eventualmente a los huéspedes. Al ampliar nuestra misión evangelizadora las hermanas fueron ante el Obispo de la Diócesis de Cuernavaca Mor. Mons. Sergio Méndez Arceo quien les otorgó la licencia de permanencia en Cuernavaca como Casa Religiosa.


Otro acontecimiento importante de nuestro caminar fue el encuentro de dos comunidades, nuestros hermanos Benedictinos del Priorato de Weston, Vt. que  con ellos nos fuimos identificando por vivir la misma Espiritualidad Benedictina, convencidas ambas comunidades que esta dirección era inspirada por El Espíritu Santo  y nuestro trabajo por el Reino. Estuvimos mutuamente de acuerdo en lo siguiente: tener en común un Centro en Cuernavaca que simbolizara nuestra comunión de ideales y nuestra libertad para el Reino de Dios. Este compromiso fue firmado el 13 de octubre de 1981 y después autorizado por Mons. Sergio Méndez Arceo Obispo de la Diócesis de Cuernavaca.